Mi experiencia en un coworking de Carabanchel
Mi experiencia en un coworking
Quiero contaros mi experiencia en un coworking a través de esta breve “carta”, bueno, post si os gusta más. En enero de 2016 cambié mi puesto de trabajo, pasé de una oficina llena de compañeros y compañeras afables, con los que pasas buenos y no tan buenos momentos, a los que acudes cuando tienes dificultades o quieres compartir una alegría. Ellos por su parte acuden a ti también para aliviar sus pesares y compartir sus logros.
Empezar siempre es lo más difícil
De este ambiente de oficina bullicioso, lleno de espontaneidad y vivencias del pasado, pasé a trabajar el 4 de enero con otros dos compañeros a nuestro recién abierto coworking. Sin duda un espacio de arquitectura y diseño privilegiado, que te deja asombrado según traspasas el umbral de la puerta (o mejor dicho de las tres puertas). Un espacio diáfano prácticamente, luminoso, y silencioso, donde lo puedes ver todo de un golpe de vista. Y donde inmediatamente imagine que podríamos tener un montón de plantas, aquello era prácticamente como un invernadero. Vamos un sitio ideal para concentrarse y que la tarea te cunda realmente, donde planificar, organizar y redactar a gusto. En aquel momento, sólo había un coworker, que fiel a la imagen de profesional independiente estaba cargado de trabajo. Lo cierto es que pese a la cantidad de horas que echaba allí no se escucha de él ninguna queja, sólo comentarios de organización y planificación donde podía ver la luz al final del túnel. Me asombraba y me asombra su capacidad de trabajo.
Volviendo a los primeros días, e incluso podría decir varias semanas, lo cierto es que aunque mis tareas salían rápido de mi bandeja, mis sentimientos eran de soledad absoluta, y aunque consciente de que eran síntomas del periodo de adaptación los días pesaba en la agenda. Es como si estuvieras trabajando sólo en casa, sin poder compartir éxitos, dudas, penas o café y todo lo que implica trabajar en casa.
Pasar a formar parte de una comunidad.
Ya llevó prácticamente 6 meses en el Coworking y he de confesar, con cierto orgullo, que la soledad ha desaparecido!!!. Lo que está claro es que mi experiencia en un coworking es que he conocido a personas maravillosas, luchadoras, y grandes profesionales con las que compartimos el espacio de trabajo, por las que me preocupo y me alegro. Y además, he de decir que sigue siendo un sitio agradable donde poder concentrarse y trabajar además de formar parte de una comunidad. Espero poder seguir trabajando aquí y disfrutar de su gente, que al igual que las plantas van arraigando entre el calor y el cobijo de sus paredes.
Agradecer a los que están ahí.
No quiero acabar mi carta sin dar las gracias a mis compañeros/as de Eslab ON Coworking, a Francesco, Roberto, Carmen, Mar, Estefan, Asunción, Fernando, Rubén, Koke y David, y todas las personas que han ido pasando, alumnos de cursos, profesionales que han venido a conocerlo, vecinos, voluntarios y colaboradores, compañeros de la Asociación Eslabón, sin los cuales, este pequeño “oasis” no sería posible y de los que aprendo cada día.